domingo, 3 de marzo de 2024

Sobre las diferentes etapas de preparación de un artista escénico contratado

Vale aclarar de antemano que el compromiso acordado entre un programador de un elenco nacional y un director musical invitado, coreógrafo, solista o suplente/refuerzo de un elenco es un contrato.

Especialmente los artistas con una cierta reputación cargan sus agendas con una anticipación de por lo menos un año. Cuando aceptan una invitación, muy probablemente rechazan en el mismo momento o pronto después a otra(s) para el mismo lapso. Por eso, el rompimiento unilateral del compromiso por parte del productor, ya cercano a la fecha de la presentación pública, termina para el actor artístico con seguridad en un “lucro cesante”: el que estaba pactado y que el productor incumplidor quiere evitar de pagar y/o el que estaba en oferta por la(s) otra(s) invitación(es).

Por otra parte, la preparación profesional de las funciones a cumplir suele empezar inmediatamente después del cierre del compromiso. El artista contratado (aunque sea de palabra) se hace con los materiales requeridos (partituras, fuentes de investigación de la materia, grabaciones existentes, etc.) y estudia/desarrolla su respectivo rol. Cuando se presenta al primer ensayo del elenco en cuestión, la mayor parte de su trabajo está hecho, es decir, más de la mitad de su compromiso está cumplido. Recuérdese la sentencia tan lapidaria como acertada:
El artista, en casa aprende su parte; en los ensayos conjuntos aprende la parte de los demás.

Los coreógrafos y directores musicales enseñan en los ensayos conjuntos sus creaciones/interpretaciones, elaboradas durante semanas o meses en sus claustros de estudio, al elenco bajo su dirección.

Conclusión: el pago de un honorario pactado por medio de un contrato con artistas escénicos debe ser efectuado, tenga lugar la producción o no (o tan sólo parcialmente).


sábado, 2 de marzo de 2024

¿Cuánto cuesta la cultura?

En vivo
Un show escénico en vivo suele presentarse en una sala o un recinto limitado, lo que limita la posible cantidad de espectadores (la Ballena del CCK tiene 1950 butacas). Entonces, bajo un punto de vista puramente mercantil y calculando el PPC (Precio Por Contacto), el presupuesto para su realización podría resultar alto.

La era multimedia
Por otra parte –ya que el Estado argentino dispone de elencos artísticos profesionales, personal técnico especializado y de infraestructura edilicia y tecnológica formidable–, el registro digital de tales shows y su emisión por los canales habituales reduciría el PPC a montos insignificantes. Ejemplo: un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional grabado en la Ballena del CCK tiene hoy más de 50.000 visitas en YouTube, y no hay límites para el consumo.

Lo intangible de la cultura
Lo que es incalculable es el orgullo de la ciudadanía respecto de sus artistas coterráneos, su identificación, sus sentimientos patriotas y su enriquecimiento espiritual en general.

Todo servido
Por cierto, el Estado Nacional haría bien llenar sus depósitos digitales para contenidos culturales con registros audiovisuales hechos profesionalmente. Los trabajadores de la cultura lo estamos esperando al pie del cañón.



viernes, 1 de marzo de 2024

Sobre el rol de la danza en la cultura contemporánea

El bailarín
Nadie podría reclamar con más derecho el honorífico título de “trabajador” que un bailarín profesional. Su formación es una de las más largas y severas que hay, la competencia en el ámbito es atroz, la exposición al público es permanente, se trabaja a jornada completa, se suda a mares y se pone el cuerpo hasta romperlo prematuramente.

Baches en la cultura contemporánea
Hay ensayos filosóficos contemporáneos que contemplan la paulatina desaparición de la presencia corpórea en la cultura humana. Cada vez hay menos trabajo físico y más “prestación de servicios” a distancia. Uno se acostumbra a estudiar carreras Online, trabajar en el home office, comunicarse por teléfono con robots, firmar documentos virtualmente, hacer reuniones por Zoom y pagar las cuentas por home banking. Los chicos, en vez de jugar al futbol en las calles, teclean como poseídos sobre sus celulares. Hasta en el amor, las costumbres parecen volcarse cada vez más a hábitos de voyeurismo en mundos virtuales, en vez de practicarlo a la vieja usanza, cuerpo a cuerpo…

La apuesta creativa
Muy en contraste con la decadencia señalada arriba, cualquier ejercicio de la danza es un culto vivo a la corporeidad (entiéndase: el don potencial de las personas de habitar sus cuerpos conscientemente).
Ya en tiempos remotos, bastante en los comienzos de nuestra especie, la danza –en confluencia con la música– buscó conjurar a los espíritus, curar enfermedades, ritualizar los encuentros humanos con las deidades, narrar bailando los mitos populares, crear comunidad y embriagar sanamente a los integrantes de la misma en sus fiestas.
Hoy en día, “bailarín” es una profesión que –como cualquier otro arte escénico– ofrece al público manifestaciones artísticas vivas de la condición humana. Busca agudizar en sus espectadores la reflexión sobre dicha condición, su sensibilidad corpórea, empatía e identificación, un sentido comunitario y un sinfín de vibraciones emocionales que tan sólo el arte puede despertar. Su lenguaje es universal y nunca envejece.

La institucionalidad
El BALLET FOLKLÓRICO NACIONAL y la COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA CONTEMPORÁNEA tienen la noble misión de preservar las danzas populares nacionales y de explorar nuevas maneras de la expresión corporal, individual y conjunta. Sus integrantes –altamente entrenados– son por definición “selección nacional”. La Ley nacional 24269 recomienda que se los cuide y fomente mediante empleo formal y seguridad social. El Convenio Colectivo de Trabajo 669/22 MC consolida los lineamientos básicos de institucionalidad de los elencos artísticos nacionales.
Es un planteo de reciprocidad: el Estado Nacional cuida a sus artistas, y sus Elencos Estables realimentan el concepto y el prestigio del Estado Nacional.

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