miércoles, 10 de febrero de 2021

Cultura coral

El futbol y la música tienen algo en común: quien no llegó en estas disciplinas a un nivel bastante alto antes de los 14 años de edad, difícilmente podrá triunfar más adelante en ellas profesionalmente.

El canto coral tiene una importancia clave en la formación musical. Con razón forma parte de la currícula en cualquier carrera musical académica. Cuanto antes se empieza, mejor.

Hasta en las esferas más altas de concertista, incluyendo solistas o integrantes de conjuntos de cámara (naturalmente, también en todos los conjuntos más numerosos), los ejecutantes tienen que poseer habilidades fundamentales de cooperación: desde ya, el dominio de la lectura de la música; luego, las antenas sensibilizadas para el ‘contacto’ con los demás actores y/o con la gestualidad de un director, una sutil flexibilidad para la permanente conciliación entre la percepción y la actuación propia, una vitalidad libre de inhibiciones para poder encausarse en la confluencia de los pulsos rítmicos de la ejecución, una permeabilidad ‘de piel’ para encontrar la resonancia sonora y la mayor ‘simpatía’ de afinación entre los demás… en pocas palabras: una empatía musical generalizada que se extiende hasta lo emotivo de la expresividad conjunta.

Es característico de instrumentistas principiantes que su producción suene bastante torpe, a veces durante años. No mejoraría gran cosa juntarlos ya en esta fase en orquestas (aunque algunas pedagogías lo hacen). La satisfacción de una homogeneidad sonora bien concertada se hace esperar.
En el canto la cosa es muy diferente. Por supuesto, el canto alcanza en los niveles profesionales los mismos grados de arte y sofisticación que la música instrumental. Pero, a diferencia con las orquestas infantiles, el canto coral a temprana edad es mucho más satisfactorio para ejecutantes y oyentes, por la bella naturalidad de la voz humana, cuya musicalidad nata se puede desplegar con mayor facilidad que la sonoridad de la mayoría de los instrumentos.

Hay pocas actividades musicales tan accesibles y satisfactorias para amateurs como cantar en un coro. La mejor recomendación a personas que quieren hacer música en su tiempo de ocio sería: “Mirá, ¿por qué no empezás a cantar en un coro?”
Los hay de todos los géneros y para todas las edades.

No es la menor de las implicancias que los coros amateurs suelen conformarse bajo la figura de “asociación libre sin fines de lucro”, es decir, en la forma más simpática e inocente de organización básica de la ciudadanía. Entiéndase bien que ese es, en el fondo, también un ejercicio político. Vale la pena mirar este aspecto bajo la lupa:

Históricamente, el canto coral tiene sus raíces sobre todo en el culto religioso. Empezó con rezos corales de órdenes religiosas, pasó por altas cumbres del canto coral en la música sacra de épocas posteriores y se mantiene hasta hoy en el canto conjunto de las congregaciones que acuden a las misas.
La cultura operística, con su primer florecimiento en tiempos feudales, contó con intervenciones corales en la dramaturgia musical.
Las orientaciones más mundanas de la era burguesa trajeron, en conjunción con la emancipación del individuo y ciudadano, expresiones ‘románticas’ y sentimentales, a veces con tintes patrióticos, también en las primeras asociaciones corales de la época. Luego siguieron las asociaciones corales de trabajadores, con una clara intención de conquista de los campos de la cultura burguesa que, acertadamente, fueron reconocidos tanto en su valor artístico como en su potencial de una socialización ‘ascendente’.

Habíamos dicho que la asociación sin fines de lucro es una forma básica de organización social ciudadana. En consecuencia, también es una posible herramienta política.
Pues bien, no ha de sorprender que naciones “ricas” tengan también una rica tradición musical, cuentan p.ej. con miles de asociaciones corales que, a su vez, suelen ser registradas y organizadas por asociaciones patronales –provinciales y nacionales–, que administran el fomento financiero del rubro, capacitaciones, concursos, festivales y el entramado de la paz y la fraternidad entre los pueblos a través de intercambios culturales con otros países.
La pregunta a la política sería: ¿Qué intuyen? ¿Los países “ricos” tienen tanta oferta cultural porque pueden pagarla, o prosperaron con éxito como país porque sus gobiernos dieron importancia a la cultura?

Todavía falta estudiar bajo la lupa el rol de los movimientos de la juventud:
Desde el ‘descubrimiento’ de la infancia y juventud por Jean-Jacques Rousseau en el siglo XVIII, la misma entró varias veces en acción. Aquí viene al caso destacar el movimiento ‘romántico’ y patriótico de la Europa sacudida por las guerras napoleónicas que encontró, entre otras, una expresión cultural en asociaciones politizadas de la juventud estudiantil, con alguna que otra pieza en el repertorio de canciones patriotas. El siglo XIX tardío vio el ya mencionado florecimiento opulento de los coros como asociaciones libres sin fines de lucro, al que siguió en el temprano siglo XX el movimiento musical de la juventud, con sus peregrinajes, campamentos frugales y guitarreadas. No se hizo esperar mucho tiempo su continuación en el movimiento juvenil de canto, con encuentros alargados en albergues juveniles, encuentros populares masivos con canto comunitario y, más adelante, canto en rejuvenecidas asociaciones corales, con la sensata incorporación a las ya mencionadas asociaciones patronales provinciales y nacionales.
No es despistado señalar que la última intervención cultural de la juventud –el movimiento hippie– ha cambiado el mundo, y su más excelsa expresión artística fue la música, canciones, básicamente. La vitalidad del canto… aunque de cierta rudeza: también hoy, los cánticos de las masas populares en las canchas de futbol o en manifestaciones políticas son indudablemente una vital expresión cultural de alegría y pertenencia. ¿No es significativo que es el espectro de la izquierda popular que canta? La derecha parece no tener canciones…

Quienes han tenido la suerte de participar en su infancia y juventud en actividades corales, guardan imborrables recuerdos de felicidad en medio de grandes agrupaciones de pares –también de otros países–, viajes largos en trenes o micros a festivales en una atmósfera alegre de cantos y bromas, campamentos con guitarreadas y charlas, algún que otro enamoramiento…

Es importante destacar que la jerarquía en coros es prácticamente horizontal, casi inexistente. En coros juveniles bien llevados se da cabida a la participación de los jóvenes en la conducción grupal; suele ocurrir que se cristaliza un cierto don de liderazgo en algunos, éstos serán entonces votados de voceros ante la dirección, las ‘asambleas’ son celebradas con verdadero empeño, hasta puede haber iniciativas de crear una propia “prensa” de noticias internas.
Y siempre todo eso se desarrolla bajo el espíritu rector de armonía, responsabilidad compartida y creación musical conjunta.
¡Vaya educación cívica!

Casi podría decirse que los coros son naturalmente más ‘democráticos’ que las orquestas. La igualdad entre sus integrantes es más evidente, no hay aporte de instrumentos privados cuyo valor podría permitir la distinción de clases sociales, se viaja ligero, en conciertos ni siquiera se necesita grandes armados con sillas y atriles (todo eso hace que el rubro es encima bastante económico). La hermandad entre coreutas –al menos en coros amateurs– se da naturalmente. Quizás les importa incluso más la buena compañía que la música. El aprendizaje se da de manera casi juguetona, instintiva.
En comparación, los instrumentistas jóvenes aparecen más cargados de problemas, más ambiciosos individualmente, a menudo tempranamente tensos por la adaptación corpórea a sus instrumentos, precoces especialistas y luchadores solitarios. La integración a un conjunto no siempre es deseada por ellos; muchos sueñan con brillar solos en un futuro lejano.
Ya habíamos dicho que, al menos en su fase temprana, el ejercicio coral les rendiría también a los instrumentistas un perfecto entrenamiento para toda clase de conjuntos musicales en los que actuarán después.

Con lo antedicho no queremos desestimar los programas modernos de las orquestas infanto-juveniles. Hoy en día, el mundo entero habla con profundo respeto del “Sistema” venezolano, aquel programa pedagógico-musical que contiene tan sólo en Venezuela a cientos de miles de jóvenes, a menudo provenientes de zonas urbanas carenciadas, y que fue copiado en decenas de países, Argentina inclusive. Aquí, la última institucionalización a nivel nacional fue hace poco el Programa Social de Orquestas Infantiles y Juveniles*1, que cuenta con varios antecesores en provincias y municipios.

Sin embargo, desde la experiencia pedagógica no cabe duda que la actividad temprana de canto coral es un eslabón imprescindible en la carrera musical. En realidad, también en Venezuela la ejercen. Son los efectos del marketing por los que la imagen de las orquestas infanto-juveniles opaca en los noticieros la actividad coral allí, que debe ser igual de importante. Por eso es deseable que en Argentina prospere también el flamante Programa Nacional de Canto Coral*2 y que el Gobierno sepa coordinar en su política cultural de Estado todas sus instituciones de formación y de producción profesional de contenidos en búsqueda de una suerte de integración, sinergia y florecimiento.

Los elencos artísticos profesionales de la mayor excelencia posible son la cúspide natural de todo movimiento nacional en el campo de las artes musicales de escenario, a la vez, una eventual meta de toda formación seria. Es fundamental mantener este vínculo. Para el canto coral significa: es fundamental mantener coros profesionales del repertorio sinfónico-coral y del repertorio a capella, de cámara.

El propósito de integrar los organismos artísticos de la Nación –orquestas, coros y ballets– orgánicamente en la configuración del Empleo Público Nacional, se ha plasmado en un proyecto gremial que será defendido por UPCN en la próxima paritaria sectorial. En ella se buscará la preservación de todos los elencos en estabilidad laboral, el estatus de igualdad entre las diferentes disciplinas y una jerarquía salarial acorde con el perfil profesional de sus integrantes.


Ver también: 
Sobre el Estado y conjuntos artísticos - Una reflexión sobre planes políticos de abolir el Coro Nacional de Jóvenes


Los coros profesionales nacionales:


Concierto en Argentina
https://www.youtube.com/watch?v=FFbQXG2RfAk
Concierto de Escuela de Canto Coral en Italia, junto a la Maestra Marta Argerich.
https://youtu.be/STxq7oMQATg

No hay comentarios:

Publicar un comentario