sábado, 4 de enero de 2020

Consideraciones acerca de los riesgos de salud para integrantes de orquestas, coros y ballets en tiempos de pandemia

(martes, 9 de febrero de 2021)

Las producciones “tipo” de una agrupación orquestal o coral cuentan con un promedio de 80 personas sobre un piso de 200 m2. Una producción de repertorio sinfónico-coral reuniría a 160 personas sobre 300 m2.

Existen mediciones científicas que han afirmado que la actividad del canto profesional produce un TREMENDO esparcimiento de aerosoles.
En una medida menor, lo mismo aplica para los instrumentistas de viento. Aquí hay que remarcar que, en los instrumentos de bronce, los aerosoles de los ejecutantes que no salen inmediatamente al aire, se condensan en la tubería del instrumento. La rutina de ejecución implica que el instrumentista abre cada tanto dicha tubería para echar los líquidos acumulados al piso. El alcance de la emanación de ‘miasmas’ infecciosas desde estos charcos no está investigado todavía.
En general, la actividad de los músicos, más o menos aeróbica y de altos índices de estrés, puede provocar en todos los ejecutantes una respiración agitada por momentos. Por razones obvias, al menos los instrumentistas de viento no pueden usar barbijos durante la ejecución.

Sabemos que los bailarines de las agrupaciones de danza ansían la vuelta a sus entrenamientos grupales. Resulta que los ejercicios necesarios para mantenerse en las condiciones físicas propias de su profesión, requieren una superficie grande y un piso condicionado especialmente, requisitos que no están presentes en sus hogares.
NO es el caso de instrumentistas y cantantes, los que pueden mantenerse en forma perfectamente en sus casas. Con razón, la mitad de su jornada laboral durante tiempos normales está destinada a su estudio casero. Así es su profesión.
Convocar a músicos a ensayos grupales sin compromiso de concierto es tiempo perdido para el (más eficaz) entrenamiento personal en casa y sumaría riesgo de contagio sin beneficio alguno.

Otra distinción entre bailarines y músicos es que la franja etaria de bailarines llega aproximadamente hasta los 40, mientras que las agrupaciones musicales están pobladas con cincuentones y sesentones también (grupos de mayor riesgo).

Para todas las agrupaciones vale que sus integrantes deberían exponerse cotidianamente a los viajes en medios de transporte público, a veces atestados de gente, con creciente cantidad de personas que no respetan la recomendación de usar barbijos.

Conclusión: Entre la necesidad de usar el transporte público y las condiciones inherentes al ejercicio de la profesión de artista escénico, parece no haber protocolo que minimice los riesgos de contagio en la medida deseable, sobre todo para músicos de grandes conjuntos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario